El Sistema Privium en el aeropuerto de Ámsterdam no le exige que introduzca su pasaporte en la máquina ni que lo muestre a nadie. Lo que sí necesita es una tarjeta especial Privium, que contiene los datos biométricos, y se supone que debe llevar el pasaporte consigo, obviamente. La inscripción en este sistema es voluntaria (y cuesta a partir de 121 euros al año). El control automatizado de pasaportes habitual en Schiphol funciona de forma diferente y se basa en la zona de lectura óptica del pasaporte.
El uso de los pasaportes en los controles fronterizos automatizados tiene sus ventajas: No es necesario instalar y asegurar el acceso generalizado a una base de datos sensible y se pueden admitir pasaportes de otros países (para los que no se tiene acceso a ninguna base de datos central). De hecho, no se necesita ninguna base de datos biométrica central, lo que tiene claras ventajas en materia de seguridad y privacidad.
En general, hay que tener en cuenta que cotejar a una persona con un conjunto conocido de datos biométricos (tanto si se leen en un chip como si se buscan en una base de datos a partir del nombre y la fecha de nacimiento o de una tarjeta de identificación especial) es un problema completamente diferente al de una búsqueda amplia en una gran base de datos biométricos. Esta última es significativamente más lenta y arroja muchos falsos positivos con los datos disponibles actualmente (imagen de la cara y huellas dactilares). Puede utilizarse con fines de investigación, para cosas como las solicitudes de asilo y en algunos otros contextos, pero no sería práctico para los controles fronterizos automatizados.
Es importante señalar que no todos los países conservan los datos que figuran en el pasaporte. Y cuando lo hacen, no siempre conservan todos los datos, lo que conservan puede no estar centralizado o no estar disponible para el tratamiento automatizado. Aparte de la India, parece que tampoco ningún país recoge sistemáticamente los datos del iris. Teniendo en cuenta todo esto, parece que tu pregunta se basa en una visión bastante optimista (o pesimista, según lo que pienses de todo esto) del estado de la recogida y el tratamiento de datos biométricos.