Un itinerario consta de dos partes: una entrada en un gestor de reservas (un Sistema de Distribución Global o GDS, como Sabre o Galileo) que contiene todos los vuelos reservados y que se denomina PNR (Registro de Nombres de Pasajeros) o localizador, y un billete, que tiene un conjunto de cupones, cada uno de ellos válido para viajar de un lugar a otro. Lo normal es que haya un cupón por vuelo (pero hay casos en los que hay cupones extra, llamados open jaws, para los que no se compran vuelos). Antiguamente, todos los billetes eran de papel, pero desde hace muchos años la mayoría de los billetes son electrónicos. Cada cupón de vuelo sirve para comprar un viaje en avión de un aeropuerto a otro, y en la mayoría de los casos indica la fecha, la hora de salida y el código de vuelo.
Un Billete abierto es un billete en el que algunos cupones sólo indican los dos aeropuertos desde y hasta los que se vuela, no indican la hora, la fecha ni el código de vuelo. En algunas compañías aéreas, los billetes abiertos deben ser de papel, no electrónicos.
Los billetes abiertos solían ser bastante comunes en la época en que todos los billetes eran de papel, todas las tarifas eran flexibles y permitían cambios, y más gente viajaba sin fechas fijas en mente. Sin embargo, ahora que casi todos los billetes son electrónicos y la mayoría de las tarifas están muy restringidas, son poco frecuentes.
Responderé a las tres preguntas específicas:
¿Qué es exactamente un Billete abierto?
Un Billete abierto es un billete con al menos un cupón que no indica un vuelo específico en una fecha concreta.
¿Cómo se consigue un vuelo real de uno?
La aerolínea o una agencia de viajes hace una reserva para el vuelo específico que desea, y en el PNR anota el número de billete que tiene. A continuación, se valida el cupón correspondiente en el billete rellenando el vuelo reservado.
¿Cuáles son las restricciones típicas?
Dependiendo de la aerolínea, es posible que tenga que ser un billete de papel, lo que supone una gran restricción. Tienes que comprar el billete con una tarifa que permita billetes abiertos, lo que hoy en día también puede ser un gran problema.
Los billetes abiertos solían utilizarse para los viajes de varios segmentos, como los de la vuelta al mundo, así como para los simples viajes de ida y vuelta con tarifas totalmente flexibles.
Un caso en el que fueron especialmente útiles es cuando se compra un billete pero algunos vuelos previstos están demasiado lejos en el futuro para ser cargados en el sistema de reservas y, por lo tanto, no se pueden reservar. La gente podía sortear esta situación dejando los últimos vuelos especificados sólo por aeropuerto de origen y aeropuerto de destino. Más tarde, cuando los vuelos deseados eran reservables, los reservaban y utilizaban los cupones correspondientes del billete existente. Debido a las limitaciones de los billetes abiertos, cada vez es más habitual que las personas que quieren conseguir lo mismo reserven su itinerario con vuelos en fechas en las que no tienen intención de volar ("fechas ficticias"). Luego, cuando las fechas reales se encuentran dentro de la ventana de reserva (que varía pero suele ser de unos 330-365 días), cambian los vuelos de las fechas ficticias a las reales. Así se evita tener nunca un Billete abierto, pero también se reservan plazas en vuelos que no están destinados a ser utilizados, lo que no gusta a las aerolíneas.