Todos los billetes llevan asociadas unas normas tarifarias que dictan si puede hacer cambios u obtener reembolsos, y qué tasas y penalizaciones se aplican en esos casos.
Normalmente, cuanto más barato es el vuelo, menos flexible es: puede ir desde completamente no reembolsable y no canjeable hasta varios niveles de tasas. Los billetes totalmente flexibles (que se pueden cambiar por cualquier otro vuelo o reembolsar sin cargo alguno) suelen ser muy caro.
Cuándo se permiten los cambios, Además de las comisiones de cambio, también suele pagar la diferencia de tarifa. El precio del nuevo billete (basado en los precios actuales, no en los del momento de la reserva original), calculan la diferencia con el precio que usted pagó inicialmente y le cobran la diferencia.
En la mayoría de los casos, a medida que pasa el tiempo y los vuelos se llenan, los precios suben, por lo que es bastante habitual que tenga que pagar más por cambiar de vuelo.
Además, como es habitual, puede haber diferencias de precio sustanciales en función del vuelo y las fechas reales. A veces, adelantar o retrasar un vuelo puede suponer una gran diferencia.
Puede comprobarlo usted mismo: intente reservar un billete para el nuevo itinerario completo y vea cuál es la diferencia con el importe original que pagó. Añada las penalizaciones que le hayan cobrado y debería obtener el mismo coste.
En algunas raras situaciones puede ser más interesante cancelar todo el itinerario y volver a reservarlo, pero esto conlleva bastantes riesgos, por lo que si no se siente muy cómodo con ello, se lo desaconsejo.
Además de lo que cobra la aerolínea (penalizaciones/tasas y diferencia de tarifa), la agencia de viajes puede tener sus propias tasas, que pueden variar mucho.
Y no, en esta situación, es muy poco probable que la compañía aérea te permita cambiar algo sin pasar por la agencia de viajes. En cualquier caso, lo más probable es que la mayor parte del coste que te ha indicado tu agente de viajes sea de la aerolínea, no de la agencia de viajes.
Aun así, en el futuro, a menos que tenga una razón de peso para recurrir a una agencia de viajes, suele ser mucho mejor reservar directamente con la compañía aérea: cuando surja un problema, tendrá una única empresa con la que hablar, en lugar de dos que probablemente le dirán que tiene que hablar con la otra.