En primer lugar, globalmente hablando, la lactosa tolerancia es la desviación y no la intolerancia a la lactosa. Sólo una cuarta parte de la población mundial conserva la capacidad de digerir la lactosa después de crecer/amamamantar, una capacidad conseguida mediante selección genética y más destacada en la población ganadera del norte de Europa. En Suecia, sólo el 2% de la población es intolerante a la lactosa, pero esta cifra aumenta hasta el 15-25% en Alemania, el 50% en Italia e incluso el 70% en Sicilia. En el este de Asia y en el sur de África y Sudamérica, el 90-100% de la población es intolerante a la lactosa.
Entonces, ¿por qué los productos lácteos sin lactosa son tan comunes en Escandinavia, donde no parecen ser necesarios desde el punto de vista médico, al menos no con tanta frecuencia como en muchos otros países? ¿Por qué los italianos pueden tomar su capuchino o su café con leche normal, aunque la mitad de los italianos sean intolerantes a la lactosa? La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) concluyó en un estudio de 2010 que la mayoría de las personas con intolerancia a la lactosa pueden tolerar hasta 12 g de lactosa en una sola ingesta o 20-24 g de lactosa a diario sin síntomas o con síntomas leves. En el caso de la leche de vaca normal, esto corresponde a una ingesta única de unos 250 ml o a una ingesta diaria de 400-500 ml. Obviamente, la intolerancia a la lactosa no es necesariamente un argumento para utilizar productos lácteos sin lactosa en las bebidas de café.
Sin embargo, a menudo se afirma que los supuestos beneficios para la salud de los productos lácteos sin lactosa no son más que una broma de marketing. Los escandinavos son, en su mayoría, lo suficientemente ricos como para pagar un extra, incluso sólo por la creencia de que están haciendo algo bueno para su cuerpo y su alma.