En primer lugar, establezca el uso de la mochila. ¿La llevarás todo el día, con cualquier tipo de clima, mientras caminas 8 o 12 horas por la naturaleza? ¿O la pondrás en el maletero de los autobuses o trenes? ¿La usarás en una ciudad donde tengas que preocuparte de los carteristas o de los ladrones de bolsos? ¿Importa que se ajuste a las normas de tamaño del equipaje de mano en los aviones? ¿Para qué compañías aéreas?
En segundo lugar, establezca el volumen que desea. Puedes conseguir entre 20 y 90 litros con las correas de la mochila. Yo puedo meter todo lo que necesito para un viaje indefinido en 45L con la ayuda de cubos de embalaje, pero no llevo una plancha de pelo, 5 pares de zapatos de repuesto, un albornoz, etc. Si ya tienes algunas maletas o mochilas, puedes hacer algunas pruebas de embalaje para calcular el volumen que necesitas. Los sacos de compresión te ayudarán a reducir el tamaño de cosas como los sacos de dormir o los jerséis, pero recuerda que no reducen el peso.
En tercer lugar, establece un presupuesto. Si crees que no tienes un límite máximo, es que aún no has mirado lo que cuestan las mochilas más caras. Puedes gastarte MUCHO dinero en una Tom Bihn de gama alta, por ejemplo, pero hacerlo porque el tejido resistente al agua o las cremalleras impermeables satisfacen tus necesidades. O descartarla porque no hay un armazón interno que te ayude a llevarla todo el día en un sendero.
Por último, empieza a leer las reseñas en busca de comentarios sobre la capacidad de ajuste o la fiabilidad o la impermeabilidad o lo que sea. Es muy probable que algunos de los puntos de las reseñas no te importen. Por eso tienes que pensar mucho en el uso que le vas a dar.